Todos los acontecimientos sociales y políticos convergen en factores de desunión de los ciudadanos españoles. Todo empezó con el estallido de la burbuja inmobiliaria, hecho simultáneo a la huída de capital extranjero invertido en España. Ya en 2007 los bancos empezaron a axfisiar empresas. Tras estos primeros pasos de esta escalada de la desconfianza, comezaron cierres de empresas, parados y descenso de la demanda interna. Más tarde los gobernantes se dieron cuenta de que no tenían manera de pagar la abundante deuda y empezaron a rebajar los presupuestos públicos, tres años más tarde de que empresas y particulares no tuvieran más remedio que apretarse en cinturón. El 2012 fue especialmente notorio por los deshaucios, muestra de agotamiento de los recursos de las familias. Estrenamos el 2013 con un año lleno de casos de corrupción. ¿Donde terminaremos?
Los hechos denotan que esta crisis no es solo un cambio de ciclo en el modelo económico: es un problema de falta de decencia. Tendrá arreglo volviendo a repasar los factores que hicieron de nuestro país un gran sitio para vivir: aprecio por el sentido del esfuerzo, abundante clase media como factor de cohexión, honradez en las relaciones empresariales, respeto a las autoridades (maestro, médico, cura?), etc. Para que los políticos vuelvan a ser honrados, los ciudadanos tienen que ser honrados. Para que los ciudadanos sean horandos, lo tienen que aprender desde pequeños, en sus familias... Tardaremos décadas en desandar algunos de los pasos poco afortunados que nos han llevado a esta situación que no es sino efecto derivado de la pérdida de valores que sufre nuestra sociedad. El simil del rio lleno de piedras que con abundante caudal no las deja ver. La economía expansiva de que hemos disfrutado durante años ha cubierto otros problemas existentes (piedras) sumergidos: ahora con menos recursos, afloran los efectos de la referida pérdida de valores.
3 comentarios:
Estoy prácticamente de acuerdo con todo lo que dices en el comentario.
Solo una pequeña puntualización, esto es un fin de ciclo, que nos debe de llevar a una regeneración política y rearme ético, moral, etc. Y eso solo se consigue con la III República democrática.
Lo de menos es el método elegido de representación nacional: de una monarquia a república no hay tantas diferencias. Estamos hablando de valores, de dar ejemplo a las siguientes generaciones.
Seguimos estando de acuerdo con los valores, pero estos no se consiguen con una monarquía corrupta, que llegó de la mano de una dictadura. No se hizo una ruptura democrática, se continuó con las prácticas del régimen dictatorial, investido de seudodemocracia.
El problema se basa en que la corrupción está en todo el tejido de la sociedad, y los valores, no se pueden conseguir cuando el sistema está en fin de ciclo y algo nuevo está comenzando a emerger y eso solo se consigue con regeneración y III República. Todo lo de atrás ya no sirve.
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